¡Los aliens están más de moda que nunca! En los últimos tiempos hemos presenciado un desfile de militares retirados que vieron cosas raras, agentes de inteligencia con ganas de tirar de la manta y científicos mediáticos a la caza de objetos interestelares.
Hemos tenido acceso a vídeos desclasificados… ¡y hasta al unboxing de dos primos albinos de E.T.! [suspira] ¿Qué hay de cierto en todo esto? Esta es la segunda parte de una parejita de vídeos sobre el fenómeno OVNI. En el anterior dimos algunas pinceladas de su historia, hoy volvemos a la actualidad.
¿Realmente hemos tenido acceso a tecnología extraterrestre? ¿Hay (o ha habido) aliens en nuestro planeta y ahora están emergiendo esos secretos? ¡Al lío! ¡Uep! Pero antes, sabed que han vuelto las camisetas del canal en la tienda de quantumFracture.es. Tenéis los dos modelos clásicos, con nuestro logo y con la tabla periódica de los físicos,
Las partículas subatómicas que nos forman. Y un ¡uno nuevo sobre la materia oscura! Mirad que espalda tan guapa con los candidatos más raros. ¡Envíos a todo el mundo! Si os molan solo tenéis que ir quantumfracture.es e ir a tienda. ¡Ah! Y, cambiando de tema, también estamos metidos en un proyectazo con Galder.
[faltada] Ejem, pero os lo cuento al final del vídeo. Sigamos con los aliens. Empecemos por los yankees. El pasado julio tuvo lugar una ya famosa comparecencia sobre OVNIs en el Congreso estadounidense. Dos expilotos del ejército hablaron de avistamientos que habían realizado ellos mismos o sus compañeros.
Se refirieron a objetos que realizaban maniobras inexplicables, que desafiaban las leyes de la física y con una tecnología “muy superior a cualquiera cosa que tuviéramos en ese momento, que tengamos ahora o que esperemos desarrollar en los próximos 10 años”. Uno de ellos habló sobre un encuentro paranormal que tuvo en 2004.
Corresponde a uno de los tres vídeos que el Gobierno estadounidense difundió en 2020 (después de que hubieran circulado por Internet durante años) y que también han hecho correr ríos de tinta. Vamos a ver imágenes de un par de ellos.
Este de aquí muestra un pequeño objeto que parece moverse a toda pastilla a poca distancia de la superficie del mar. Y en este otro vemos un artefacto alargado y rodeado de un aura brillante que también va a toda caña sobre las nubes (¡con un viento en contra de 220 km/h!), antes de comenzar
A rotar. Bastante bastante misterioso, ¿no? Pues no tanto. Aunque a día de hoy esos vídeos siguen sin explicación oficial, hay expertos que han lanzado teorías sobre lo que podríamos estar viendo. Y son bastante convincentes, la verdad. El primer vídeo probablemente muestra un globo. ¿Y cómo se mueve tan rápido?
¡La respuesta es que no lo hace, solo lo parece! Sería un efecto debido al paralaje. Fijaos en estos objetos: todos se mueven a la misma velocidad con respecto al observador, pero los que están en primer plano parecen hacerlo más deprisa.
Del mismo modo, si el objeto que vemos en el vídeo en realidad no estuviera cerca del agua, sino a bastante más altura, su velocidad parecería mucho mayor que la real. Y, de hecho, los números que aparecen en la pantalla permiten deducir que eso es lo
Que ocurre: se trata de un objeto moviéndose a 60 km/h, lo típico para un globo. Es lo mismo que le habría pasado a Kenneth Arnold, la persona que dio origen al término “platillo volante”, como os contábamos en nuestro anterior vídeo.
El paralaje también explica la velocidad del objeto del segundo vídeo, en el que podríamos estar viendo un avión o, más concretamente, el brillo de sus motores en longitudes de onda infrarrojas. Lo que rota seguramente no sea el avión, sino la cámara del caza que grabó las imágenes,
Que está montada sobre un mecanismo que le permite rotar para seguir a sus objetivos. Si el caza hubiera girado, la cámara habría hecho lo propio para compensar. Y el “aura” brillante sería resultado del filtro de enfoque, un efecto muy común en las imágenes infrarrojas.
Volvemos a lo mismo que hablamos en el otro vídeo: la tecnología crea fantasmas. Los productos tecnológicos mal interpretados pueden dar lugar a cosas que parecen imposibles. Y esto es lo que pasa en general con los vídeos sobre OVNIs: la mayoría admiten una explicación mucho más aburrida.
¿Y el resto, los que siguen siendo un misterio? Simplemente no hay suficientes datos para saber qué está pasando, pero eso no quiere decir que se trate de algo sobrenatural. Luis Alfonso Gámez tiene una analogía muy buena: también hay un porcentaje pequeño de homicidios sin resolver por falta de pruebas.
Pero no por eso pensamos que han sido vampiros y hombres lobo los que los han cometido. Lo mismo pasa con los objetos voladores que no identificamos. Conectar OVNIs con marcianitos es dar un salto muy grande. Volviendo a la comparecencia, el testimonio más jugoso fue el de David Grusch, exagente
De inteligencia que afirmó que el Gobierno estadounidense posee OVNIs, algunos de ellos intactos, e incluso ¡restos de extraterrestres! Son afirmaciones muy fuertes… pero no presentó ni una sola prueba que las respaldara: en cuanto los congresistas le apretaban un poco las tuercas, respondía que no podía hablar de esas cosas en una sesión pública.
Así que un poco “¡hala! pero meh”. La voy a liar aquí. ¿Sabéis lo que sospecho que ha pasado con este tío? Que le han troleado. Por mucho que seas un militar, por mucho que seas agente secreto o un profesional como la copa de un pino… Eso no quita que estés sesgado.
Y si David es una persona a la que le mola el rollo OVNI, eso ha podido jugarle una mala pasada. Es muy curioso que en muchos momentos de la comparecencia él habla de lo que otras personas del Gobierno han hecho o visto. Él solo conoce esos datos a través de terceras personas.
Así que ¿y si esas personas le han mentido? ¿Y si sabiendo que David, digamos, “wants to believe” le han contado cosas raras para echarse unas risas y luego la cosa se ha ido de madre? No sería la primera vez que una broma llega demasiado lejos. En el mundo científico ya ha pasado.
La impresión general es que la comparecencia parlamentaria sirvió más que nada para poner el foco sobre la falta de transparencia del Gobierno estadounidense respecto al tema de los OVNIs. Y es que, aunque la AARO, la organización gubernamental que se encarga de estudiarlos,
Tiene una web pública en la que pueden verse algunos vídeos, estadísticas e informes, está claro que la mayor parte del material sigue siendo confidencial. Los testimonios que escuchamos tienen su relevancia, al estar realizados bajo juramento y por exmilitares que ponen en juego su reputación… pero no aportaron ninguna prueba reveladora que
Cambie nuestra visión del fenómeno OVNI. En definitiva, mucho ruido y pocas nueces. Pero, buscando esas nueces, sí que ha habido alguien que ha estado echando mucha leña al fuego de los OVNIs. Y se trata de… un científico. Hay que reconocer que eso no es habitual.
Y no es un científico cualquiera, sino todo un catedrático de Harvard. Uno de los físicos más citados del mundo… y también uno de los más controvertidos, desde que inició su cruzada alienígena. Todo empezó con este pedrusco de aquí. Bueno, en realidad no estamos muy seguros de qué forma tiene, puede que fuera más
Bien así. El caso es que, en octubre de 2017, un telescopio de Hawái lo detectó moviéndose a todo trapo, tan rápido que tenía que venir de fuera del sistema solar. Se había identificado por vez primera un objeto procedente del espacio interestelar.
Y lo llamaron ‘Oumuamua, que en hawaiano quiere decir algo así como “primer mensajero lejano”. Los astrónomos no tuvieron mucho tiempo para estudiarlo: cuando lo descubrieron ya había pasado por delante del Sol y la Tierra y se disponía a abandonar de nuevo el sistema solar.
Apenas 4 meses después, ya era demasiado tenue hasta para los telescopios más grandes. Como vino, se fue. Pero, en esos meses, descubrieron algunas cosas muy peculiares sobre ‘Oumuamua. Por ejemplo, su brillo cambiaba mucho a medida que rotaba sobre sí mismo: hasta 10 veces.
Eso implicaba que tenía que ser muy alargado, como un cigarrillo, o muy plano, como una crepe. Pero lo más sorprendente era que el pedrusco parecía estar desviándose ligeramente de su trayectoria, como si tuviera un pequeño propulsor. Eso es justo lo que ocurre con los cometas, cuerpos helados que se van evaporando a medida
Que se acercan al Sol. Al hacerlo emiten gas y polvo, y eso modifica su órbita y crea la estela del cometa. Pero ‘Oumuamua no mostraba ninguna emisión de este tipo. ¿Por qué demonios se estaba desviando? A Avi Loeb se le encendió la bombilla: ¿Y si en vez de un pedrusco espacial, lo que
Estábamos viendo era una vela solar… procedente de una nave extraterrestre? Las velas solares son esta tecnología espacial futurista: láminas reflectantes grandes y ligeras, que pueden propulsar una nave espacial como si fueran las velas de un barco, solo que en vez del viento usan el empuje de la luz del Sol.
Según Loeb, eso explicaría por qué ‘Oumuamua se desviaba de su trayectoria, sus cambios de brillo (dado que las velas solares deben ser muy delgadas) y otras cuantas cosas más. ¿Convenció a otros investigadores? Pues me temo que a casi nadie, era una propuesta arriesgada.
Y es que, aunque ‘Oumuamua presenta algunas propiedades inusuales, la mayoría encajan con la idea de que es un pedrusco procedente de otro sistema planetario. Lo único que no está muy claro cómo explicar es por qué se desvía de su trayectoria, e incluso para eso se han propuesto teorías.
Por ejemplo, puede que ‘Oumuamua no sea un cuerpo sólido, sino una acumulación de material suelto, como una pelusa: eso lo haría tan ligero como para sentir el empuje de los fotones solares. O que sea un pedazo de hielo de hidrógeno o nitrógeno puro, en cuyo caso experimentaría
La misma propulsión que un cometa, pero sin generar una estela. Aunque Loeb ha puesto objeciones a todas esas teorías, tampoco está nada claro que una vela solar pudiera explicar todas las observaciones… Y si podemos concebir un origen natural para ‘Oumuamua, ¿por qué recurrir a algo tan estrambótico como una nave alienígena?
La navaja de Ockham casi siempre es buena consejera. Anyway, Avi le estaba sacando bastante partido a todo este tinglado interestelar. Publicó un superventas, dio entrevistas a troche y moche. Se convirtió en una estrella mediática. Ya no había quién lo parase. Lo que me lleva a las esférulas.
Resulta que el Departamento de Defensa de Estados Unidos posee un catálogo de meteoros, pequeños cuerpos que caen a la Tierra desde el espacio, detectados con sus satélites de vigilancia. ¿Podría ser que alguno hubiera llegado desde más allá del sistema solar?
Loeb encontró un candidato: un objeto que explotó en 2014 sobre la costa de Papúa Nueva Guinea. Según el catálogo, se había precipitado sobre nuestro planeta a 60 km/s, demasiado rápido para tratarse de un cuerpo en órbita alrededor del Sol. ¡Bingo!
Además, ese meteoro parecía de una dureza extraordinaria, si tenemos en cuenta la enorme presión que tuvo que soportar en la atmósfera antes de desintegrarse. Todo eso abría la posibilidad de que su origen fuera tecnológico, “como si dentro de mil
Millones de años una nave de la NASA chocase contra un exoplaneta y ardiese en su atmósfera”, en palabras de Loeb. El caso es que, con los datos disponibles, calculó donde podían haber caído los restos y en junio de este año se embarcó (literalmente) en una misión para ver si podía rescatar alguno.
El tío se construyó una especie de trineo con potentes imanes de neodimio y lo arrastró por el fondo del mar, a 2 km de profundidad, a ver qué pescaba. Y encontró unas 700 bolitas con un diámetro inferior a 1 milímetro.
Estas esférulas son gotas de material fundido que pueden formarse cuando un meteoro explota en la atmósfera o en otros procesos, por ejemplo, relacionados con el vulcanismo. Y resulta que cinco de esas canicas tenían más berilio, lantano y uranio que los asteroides del sistema solar. Para Loeb estaba claro: su origen era interestelar.
Su composición inusual podría indicar que provienen de un exoplaneta cubierto por un océano de magma o “reflejar un origen tecnológico extraterrestre”. Grandes declaraciones científicas… En un artículo publicado justo el mismo día que salió el nuevo libro de Loeb. ¡Clin clin! Las críticas no se hicieron esperar.
Para empezar, parece que los datos del catálogo de meteoros no son muy precisos: suelen sobrestimar la velocidad. Además, un bólido que hubiera entrado tan rápido en la atmósfera se habría vaporizado casi por completo. Pero es que, aun si quedaran restos, sería imposible saber dónde buscarlos: hay demasiadas incertidumbres.
E incluso si lo supiéramos, el mar está lleno de esférulas de diversas procedencias: encontrar una de ese bólido concreto sería como buscar una aguja en un pajar. Por último, la composición de las canicas no es tan extraordinaria y podría reflejar
Las alteraciones que sufre un meteoro corriente tras pasar miles de años en el fondo del mar. Un análisis incluso asegura que las canicas podrían ser cenizas de carbón de origen industrial, como las generadas por las centrales eléctricas o los motores de vapor.
Un reciente artículo que expone estos y otros problemas concluye de manera lapidaria que Loeb y sus colaboradores “no siguen el método científico. Establecen asociaciones entre sus datos y su hipótesis preferida (un origen interestelar), pero en ningún momento consideran hipótesis alternativas. Es un ejemplo paradigmático de sesgo de confirmación” Tremendo beef.
¿Qué podemos concluir de todo esto? Avi Loeb es un científico excelente y sus propuestas son lícitas… pero hay muchos otros científicos excelentes y casi ninguno está de acuerdo con él. Además, no hace falta fiarse de nadie: solo hay que examinar los datos disponibles.
Y cuando haces eso, sus hipótesis no son las más convincentes. Muchos investigadores están realmente enfadados con Loeb. Consideran, en el mejor de los casos, que está siendo irresponsable, lanzando hipótesis poco fundamentadas en campos en los que no es experto.
Y en el peor, que solo trata de vender libros o actúa de manera interesada. Y es que, por ejemplo, Loeb trabaja como asesor en una iniciativa privada que busca construir naves espaciales ultrarrápidas… impulsadas por velas solares. Pero, volviendo a las comparecencias sobre OVNIs en cámaras legislativas, la de Estados
Unidos no es la única que hemos visto últimamente. Nos toca hablar sobre nuestros amigos de México. El 12 de septiembre tuvo lugar otra comparecencia en el Congreso mexicano. Allí estuvieron Avi Loeb (que no se pierde una) hablando de sus canicas y uno de los
Expilotos estadounidenses hablando de sus avistamientos, entre otros invitados nacionales e internacionales. Y la sesión acabó con un auténtico golpe de efecto: la presentación en sociedad de dos momias extraterrestres. Estas tan monas de aquí. Antes de nada, dejadme que os hable de la persona que condujo esta parte de la comparecencia:
Jaime Maussán, “periodista” especializado en temas paranormales… y con un auténtico saco de bulos a sus espaldas, incluidos varios relacionados con cuerpos de criaturas extrañas que ha presentado como auténticos. ¿Creéis que exagero? Pues atentos. Un bicho de 15 centímetros con pinta de Gollum del que afirmaba que era un ser de otro planeta
O el eslabón perdido. Resultó ser un mono ardilla disecado. Dos fotografías de unos supuestos restos alienígenas del incidente de Roswell. Era el cuerpo momificado de un niño indio de dos años, expuesto en un pequeño museo de Colorado. Los restos ¡de un hada! ¡con radiografías y todo!
No parece ser más que un conglomerado de huesos de murciélago y palos. Todo esto debería haber sido una red flag colosal. ¿Cómo acabó este tipo hablando en el Congreso mexicano con toda esta panda? Pues no lo sé. Tampoco es que en Europa no pasen cosas raras.
El caso es que en 2016 ya estuvo en el Congreso para inaugurar una exposición sobre “agroglifos” (esas figuras geométricas que aparecen dibujadas en algunos campos de cultivo) y en 2020 estuvo a punto de repetir para vender las bondades de un producto milagro contra la COVID que
Se dedicó a promocionar durante la pandemia… pero se armó tal revuelo que el acto se suspendió. Más tarde, las autoridades sanitarias mexicanas emitirían un comunicado para alertar contra ese producto. En fin, todo un personaje. Maussán se presentó en el congreso con dos criaturas de tres dedos y cabezas alargadas.
Según él, “ejemplares no humanos que no tienen relación con ninguna otra especie en nuestro mundo”. Además esgrimió un análisis de la Universidad Autónoma de México que asignaba a las momias 1000 años de antigüedad. Y se llevó a un médico forense y un genetista, para detallar las pruebas de rayos X, tomográficas,
Histológicas, de ADN y de todos los colores que supuestamente confirmaban estas conclusiones. Los “expertos” dijeron que se habían encontrado más de 20 criaturas de este tipo, algunas de las cuales tenían en el pecho un implante metálico con cadmio y osmio, elementos usados en telecomunicaciones. Y otras estaban ¡gestando huevos!
En el momento de la muerte. Hasta enseñaron los embriones con sus bracitos y todo. Míralos, qué cuquis. En fin, todo muy loco. Pero el caso es que estas criaturas no son nuevas: son las famosas momias de Nazca, que
Ya se presentaron en Perú en 2017 y sobre las que ya se han pronunciado numerosos científicos (¡e incluso la fiscalía peruana!). Algunos de ellos han tenido acceso directo a las momias. Y su opinión es unánime: son cuerpos modificados (por ejemplo, a las manos les han cortado
Dos dedos), construidos con diversos huesos humanos y de animales dispuestos sin orden ni concierto: Fémures que hacen de brazos, tibias que hacen de fémur, manos con metacarpos y falanges extra, algunas incluso colocadas al revés… ¡Un artículo publicado en una revista internacional incluso demuestra que en al menos una de las
Cabezas se usó el cráneo de una llama! Esos huesos serían precolombinos, lo que explica su antigüedad… e implica que se han profanado restos arqueológicos para armar los cuerpos. Buuuu. La cosa fue tan lamentable que indignó a los científicos mexicanos y obligó a la
Universidad Autónoma de México a desmarcarse publicando un par de comunicados (uno de ellos explicando que ellos se habían limitado a datar una muestra, sin conocer su procedencia ni extraer ninguna otra conclusión). Y hasta el expiloto estadounidense que participó en la sesión afirmó que se encontraba “profundamente
Decepcionado con esa estratagema sin fundamento” y que representaba un enorme paso atrás en su esfuerzo por atraer el interés de las autoridades hacia los avistamientos. Toda una pantomima, vaya. En fin. ¿Podemos sacar algo en claro de todas estas historias?
Como ya os dije en nuestro anterior vídeo, no creo que nos estén visitando los aliens. Pero sí me gustaría dejar claro que hay muchos científicos (y divulgadores) que creen en la vida extraterrestre. Quizá la mayoría. Y es que, como dijo el bueno de Carl Sagan (dentro cita):
Ahora comprendemos que hay una enorme cantidad de mundos. Toda una serie de sistemas planetarios alrededor de las estrellas cercanas. Así que existen un montón de posibles moradas para la vida […] Parece muy difícil creer que nuestro pequeño e insignificante planeta sea el único habitado.
No solo eso, sino que hay muchos científicos que estudian la posibilidad de que exista vida extraterrestre: es uno de los propósitos de la astrobiología. Incluso se buscan tecnomarcadores, señales de marcianitos que posean alta tecnología. Los esfuerzos de esos investigadores son perfectamente legítimos, igual que lo son las vivencias
De los pilotos o civiles que creen ver algo extraño en el cielo. Y es que siempre ha habido y habrá cosas difíciles o imposibles de explicar. Pero de ahí a afirmar que hemos detectado vida o tecnología extraterrestre, hay un paso… o más bien un salto gigante.
Y sé lo que mucha gente me va a decir: que no le dé más vueltas. Que simplemente es divertido. En el fondo es como la astrología. La mayoría no creemos en ella, pero nos pica la curiosidad saber qué signo somos y qué significa eso. Es una ficción divertida.
Desconectamos las partes analíticas del cerebro y lo pasamos bien. El subidón de terror, la admiración por lo desconocido y la fascinación por el cielo nocturno y la oscuridad también entran en la ecuación. Y, mira, a tope con este punto de vista lúdico.
Pero tampoco hay que olvidar que detrás de cualquier cosa que nos gusta hay negocio, hay dinero y hay poder. Entran en juego ventas de libros sobre lo paranormal, documentales, cuentas en redes sociales… Hay mucha gente a la que le interesa que el mito de los OVNIs no decaiga.
Cuidado con lo paranormal, cuidado con desactivar esa parte analítica, con dejar de confiar en los expertos que trabajan todos los días en ciencia. Porque ahí es donde está el peligro, y no en los extraterrestres. Wow, que bajonazo. Que entren marcianitos cumbiones… Me debería dar vergüenza hacer esto en la calle.
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